Relaciones Laborales… ¡ Socorro !

th-2Resulta curioso en que medida se puede presagiar el ambiente de trabajo en cualquier organización tan solo conociendo quién está al frente de las relaciones laborales de la misma. Un buen indicio es el título del cargo que ocupa. Podemos encontrar organizaciones en las que este área tiene el ámbito de una dirección, ¡ ojo !, aquí  las relaciones laborales son cosa seria,  un asunto de altura, donde las mismas  ocupan  el tiempo y los  recursos  suficientes para que mientras unos se preocupan por ellas otros puedan ocuparse del negocio. Normalmente éstas son organizaciones de gran tamaño, en donde las relaciones laborales se plantean generalmente  en términos de estrategia y conflicto, como si de 2 ejércitos regulares se tratase, los unos frente a los otros… aunque a veces haya otros más y otros más y así sucesivamente. La estrategia está por encima de cualquier relación, sea del tipo que sea esa relación. De manera habitual ambas partes suelen coincidir en los grandes titulares, -estamos de acuerdo en la búsqueda del bien común, pero casi nunca nos ponemos de acuerdo en cómo conseguirlo-, comenta un resignado director de relaciones laborales. -Lo que es del común es de ningún-, le contesta un compañero. Las personas al frente de este tipo de relaciones laborales, reconocidos profesionalmente más por lo que dicen que por lo que hacen, logran hacer de su prestigio su mayor activo y lo cultivan en foros, seminarios y publicaciones. De igual modo que estas organizaciones son capaces de generar modelos a seguir por otras organizaciones, a la primera de cambio que se tuercen un poco las cosas, pueden llegar a ser el escenario ideal para la aparición de nuevas formas de absolutismos y fundamentalismos fruto de una cultura, en apariencia impotente, para superar la mediocridad de aquellos que insisten más en la fama que en la ejemplaridad.

Integrar las relaciones laborales dentro del área de RR.HH. es una práctica habitual en muchas organizaciones, en la mayoría de estos casos, como si se tratase de una función específica más a tener en cuenta en el desarrollo de las personas o incluso en la mejor manera de alinear las expectativas de las personas con el desempeño de la organización, las relaciones laborales se dejan en un segundo plano,  pero otorgándole un ámbito de responsabilidad y aquí te encuentras con el/la Responsable de RR.LL. Ya sólo el título del cargo levanta sospechas, es como si el/la responsable formase parte esencial de un proceso previo civilizador para que después o al mismo tiempo lleguen los profesionales de los recursos humanos y desplieguen todos sus encantos y un sinfín de programas de mejora. Si me permiten la ironía, el/la responsable se convierte en la mayoría de los casos en el perro de Hades, el Can Cerbero, y les aseguró que hay algunos que se toman bastante en serio ese papel.

Pero, sin duda, generalizar no es bueno, esos tipos de relaciones laborales descritas,  son fruto más de clichés y atavismos gregarios que de una profunda reflexión al respecto del modelo de relaciones que requieren las personas que trabajamos y las organizaciones que nos acogen. Unos y otros proclamamos a los cuatro vientos innovación y transformación en otros ámbitos, pero llegado el tiempo de las relaciones labores nos vemos incapaces de salir de estereotipos al servicio de las normas y no de las personas. Analizar el tipo de relaciones laborales por las que merece la pena luchar sigue siendo tan revolucionario hoy como a principios del Siglo XIX, preguntarse cuál el la mejor manera de alinear expectativas y desempeño sigue siendo intemporal y universal.

Nada que añadir tengo al respecto de esas otras organizaciones que se contentan con tener al frente de sus relaciones laborales técnicos en la materia,  encargados con  burocrática eficacia de convertir el ámbito de las relaciones entre personas en un simple proceso de intercambio de información, normas, decretos y sentencias.  Se interpreta, se ejecuta o se actúa al servicio de la norma y se convierten en enemigos de sí mismos de forma que sólo somos capaces de establecer las relaciones laborales que otros han presumido en otro momento y en otras circunstancias que debían ser aplicadas a nuestra organización.

En las relaciones laborales es necesario un diálogo constante con nuestro entorno, no tanto para prohibir, negociar, advertir, señalar…etc, sino también para escuchar, entender, aconsejar  y comprender qué  intereses  mueven  a quienes no opinan como nosotros, no tanto para buscar acuerdos sino para moldearlos. Pensar en el acuerdo como un medio y no como un fin de las relaciones labores nos ayudará a conseguir que éstas respondan en mejor medida a los intereses y objetivos de una organización competitiva en su conjunto.

Tradicionalmente esta era un área masculina, la incorporación de la mujer a estos asuntos, se prometía más innovadora de lo que en realidad está siendo, la razón parece tener algo que ver con evitar la vulnerabilidad profesional de ser tachadas como simplemente bienintencionadas. En general, las mujeres en vez de aportar una forma diferente  de comunicar y de relacionarse han optado por seguir el patrón masculino dibujado en el ideario del mundo de los negocios.  En mi experiencia, una actuación inteligente nada o muy poco tiene que ver con ser más o menos agresivo o más o menos condescendiente, a pesar de los muchos que se empeñan en practicar unas relaciones laborales presididas por el signo de Marte o por líneas rojas infranqueables.

Hablando con un colega a este respecto,  me confiaba lo absurdo de mi preocupación por estos asuntos y me contaba la siguiente historia: -Eso mismo les pasó a López y Pérez, como cada tarde se encontraban jugando al billar en el casino.  Las carambolas se sucedían una y otra vez, la conversación era ligera hasta que Pérez comentó lo abundante que había sido esa temporada su cosecha de vinos y la dificultad que tenía en venderla tan bien como en otros tiempos concluyendo que, -a su parecer-, hasta los médico deberían recetar vino a todo el mundo. La reacción de López no se hizo esperar, se declaró enemigo del alcohol bajo cualquier nombre y disfraz y calificó de locura la idea de Pérez de pretender que los médicos recomendasen la ingesta de vino a la sociedad.

Pérez argumentó cómo eran conocidos numerosos ejemplos de individuos que habían alcanzado longevidad sin otra explicación que su afición a los buenos vinos. López respondió de igual modo relatando las numerosas anécdotas de sujetos que habían arruinado su salud y sus vidas sin otra causa que su devoción a la bebida.

El debate subió de tono, uno argumentaba y el otro replicaba, aparecieron datos, estadísticas y argumentos de un cierto rigor científico que despertaron la curiosidad de todos los que allí nos encontrábamos  presentes. De pronto, en mitad de la discusión, Pérez levantó el taco y lo dejó caer en la cabeza de López con tan mala fortuna que éste perdió el conocimiento durante unos instantes. Cuando López volvió en sí, se dolió de que Pérez creyese que un garrotazo era un argumento válido, le insultó, le maldijo y todos los presentes le dimos la razón, avergonzando así a Pérez de la forma en que decidió defender su opinión.

Al día siguiente jugaban de nuevo al billar. Esta vez fue López quien inició la conversación, habló del abundante aceite que había cosechado. Censuró las calidades de otros países y las ventajas que aquellos tenían para vender su producción a un mejor precio que él. Comentó sarcásticamente la estupidez de aquellas personas que no incluían el aceite en su cocina. Pérez, enrojeció al oír aquello y no tardó en opinar en contra, para terminar jurando que él no comería jamás algo que no estuviese frito en mantequilla.

Ambos se enzarzaron  ahora en una nueva discusión que llamó de inmediato el interés de todos los presentes, unos tomamos partido por Pérez otros por López, ambos hablaron con sagacidad y conocimiento de las diferentes vitaminas que uno u otro producto aportaban a la comida. Pérez defendió a las vacas, López a los olivares, ambos con elocuencia, profundidad y acierto en sus afirmaciones. De repente López alzó el taco y golpeó brutalmente con el mismo los parietales de Pérez.  Mientras Pérez yacía tendido en el suelo, todos los presentes le reprochamos a López su conducta y le recordamos algunas de  sus frases y lamentos del día anterior. «Bueno,-respondió López-, pero es que ahora se trataba de mis aceitunas».

 

Cuento del vendedor de pescado

cartoon-fish-whales-pictureSaben la historia de Cotolay, ese joven pescador gallego que cansado de salir a la mar en su frágil embarcación un frío día de Enero decidió probar suerte abriendo un pequeño «puesto de peixe» ( puesto de pescado)  en Puentedeume

-Ya tengo el sitio preciso para poner el puesto-  dijo Cotolay a sus parientes, – mañana abriré  en el mercado de la plaza , espero que pronto me vengáis a visitar, vuestra opinión será siempre bien recibida.

Pero hay ayudas que matan, y la cosa empezó como sigue.  Cotolay inauguró su puesto colgando un precioso cartel pintado a mano por él mismo en el que debajo de un simpático pez sonriente se podía leer :  «AQUI VENDEMOS PESCADO FRESCO».

Un día de garoa llegó de visita el padre de Cotolay, satisfecho de ver a su hijo prosperar no dudó en anunciarle sus opiniones al respecto del reclamo que figuraba en el cartel de la entrada. – Cotolay hijo, no sé si te has dado cuenta, pero en el cartel de la entrada a mi parecer sobra la palabra AQUI. Subestima la inteligencia de tus clientes, todos saben de sobra que es aquí, en tu puesto y no en otro, ¿ no te parece?.

Cotolay no lo dudo un instante, su padre sabía decir las cosas de manera que todo el mundo las entendiera, así que cogió la escalera, bajo el cartel y con cuidado cambio la leyenda por  «VENDEMOS PESCADO FRESCO»

No debía haber pasado mucho tiempo cuando dejose caer por Puentedeume , Horacio Buenavista Arrobes, Horacio, ahora  hombre letrado y de negocios que había triunfado en las Ámericas,  fue durante la infancia amigo de juegos y nenas de Cotolay. El caso es que nunca se supo explicar la razón pero Horacio que de vender cuecas y calzinhas en la pequeña tienda que le dejo su padre en Arteixo había pasado a ser  un reputado industrial a nivel internacional, era sin duda un hombre afortunado. – Coto amigo, hazme caso y quita del cartel la palabra VENDEMOS, en la actualidad se intercambian productos y servicios, se satisfacen necesidades, se complementa el mercado, se fidelizan clientes, se afilian voluntades, se descrema el mercado… pero ¿ vender ?, por favor no seas antiguo, hay que innovar… ¿lo entiendes?-. No había entendido ni papa, pero si lo decía Horacio – algo de verdad tendrá- , pensó el bueno de Cotolay. Y de nuevo cogió la escalera bajo el cartel y cambió la leyenda que ahora rezaba:  «PESCADO FRESCO»

El Verano llegó y con él la visita de la hermana de Cotolay a Puentedeume. Anabel eral la hermana mayor, educada desde rapaza como si fuera un neno, acostumbraba a ser algo impertinente en sus afirmaciones y decir aquello que pensaba sin importarle mucho las consecuencias, había destacado en los estudios y con el tiempo llegó a ser no sé que tipo de doctor en una universidad americana.  Llegó pasada la puesta de sol, como siempre con su andar poco femenino, tomó aire y sin mediar saludo le dijo a Cotolay.- ¡Cotolay, llevas un año en el puesto, todo el mundo sabe que tu pescado es fresco, y  el que no lo sepa ya, lo querrá descubrir por sí mismo, el cliente es quien decide y juzga si tu pescado es fresco o no,  ¡quita la palabra  FRESCO del cartel, carajo! . Y ya tenemos de nuevo a Cotolay, escalera en mano, bajando el cartel y cambiando de nuevo su bonito letrero que ahora reza ¡ PESCADO !.

Y con estas resulta que Cotolay recibió la visita de un señor muy estirado, -consultor de imagen-, dijo ser, y que con gran amabilidad y simpatía explicó a Cotolay la diferencia que ahora había entre vender pescado y emprender un negocio. – El riesgo tiene un gran poder creador Sr. Cotolay, no lo había usted pensado nunca, usted es la acción y sus clientes la reacción ¿ porqué anunciar pescado cuándo sólo por el olor se sabe que usted vende pescado?.

El puesto de Cotolay ahora no tiene cartel , el negocio va más o menos igual que cuando empezó, mucho trabajo y poco rendimiento- lo justo para vivir- , siempre señala Cotolay. Todos han tenido acceso al disfrute de la gestión de la publicidad de su negocio pero ninguno soportó personalmente el coste de sus acciones y Cotolay sonríe mientras se toma un aguardiente de cereza que le sirven en un puesto cercano en su mercado y repite en voz baja «Lo que es del común es del ningún»

Mirar,escuchar y conversar

6a00d8341bfb1653ef017d40a98efc970c-550wiEn la carrera de obstáculos que para todos es la vida, con frecuencia se hace necesario descansar y revisar el camino. Darnos nuevas reglas que, en el mejor de los casos, nos permitan sortear esos obstáculos y llegar a meta con la mayor dignidad posible.

En las modernas organizaciones empresariales pasa algo parecido. La importancia que, cada vez más, la dimensión humana adquiere en la gestión de empresas y en particular en la dirección y liderazgo de personas provoca que fórmulas, reglas y recetas estén en constante revisión y que vayamos descubriendo otras formas de entender la economía, la sociedad, la empresa y sus relaciones.

«VER, OIR Y CALLAR»  sentencia ese viejo aforismo popular que tantas veces se ha repetido a lo largo de la historia y siempre con un claro sentido … «eso no es cosa tuya, déjalo estar», pero …

Y si sustituyéramos el verbo VER por el verbo MIRAR, a ver qué pasa. Mirar es mucho más ambicioso que ver,  mirar implica una capacidad más allá de lo físico, mientras que el verbo ver limita a unas personas frente a otras, el verbo mirar permite  que cualquiera sea capaz de realizar creaciones mentales de nuestro alrededor, capacidad necesaria para liderar.  Mirar es, por definición, más completo que ver. Mirar posibilita visualizar una idea, una visión, un problema, un conflicto, tanto lo que tu quieres como lo que otros quieren. Una mirada atenta y constante es un ejercicio de crecimiento personal que te permite descubrir con mayor facilidad la identidad de las personas con las que colaboras, con las que trabajas, con las que convives. Empieza a MIRAR y aprenderás a VER.

Mira dos veces para ver con exactitud; no veas más que una para ver la belleza de una cosa (Amiel)

Y si sustituyéramos el verbo OIR por el verbo ESCUCHAR, a ver qué pasa. Empecemos por escucharnos a nosotros mismos para después poder escuchar a los demás. Reconocer que uno no tiene siempre la historia completa nos puede ayudar a entender la importancia de escuchar profundamente a nuestros colaboradores y colegas, apaguemos nuestro móvil mental o dejémoslo en silencio y dediquemos nuestra energía a realizar el más complicado de los ejercicios que nos permitirá escuchar… el de no hablar. La base de la comunicación está en el deseo de otro de ser escuchado y entendido. Una comunicación efectiva requiere  en primer lugar entender lo que se nos está transmitiendo, prestar atención a lo que  nos dicen, requiere un contacto personal que sólo es posible mediante la escucha. Deja de OIR para empezar a ESCUCHAR.

El que ve mal siempre ve algo de menos , el que oye mal siempre oye algo de más ( F.W. Nietzche)

Y si sustituyéramos el verbo CALLAR por el verbo CONVERSAR, a ver qué pasa. La conversación es el camino ideal para compartir ideas y aprender unos de otros. Conversar no es hablar de uno mismo, conversar requiere encontrar los intereses de los otros a lo largo de la conversación. Conocer qué les anima, qué molesta, qué ilusiona, conocer el porqué a través del cómo. Una buena conversación requiere aprender la habilidad a decir y escuchar NO cuando es NO, requiere pasar de la actitud dependencia o independencia a la actitud interdependencia, desde una perspectiva fraternal, win to win, que te permita expresar ideas y sentimientos con valentía y coraje, que te permita descubrir problemas y conflictos sin ansiedades. El caso es que si no eres capaz de hacer visible a los demás aquello que tú quieres a través de la conversación, corres el riesgo de que otras personas influyan en tus aspiraciones. La conversación es la mejor herramienta para procurar una cooperación creativa, en la que poder trabajar en equipo para encontrar nuevas soluciones a problemas comunes y por lo tanto encontrar metas comunes.

 ... y ahora es el momento de conversar ( Ovidio) 

La fatal arrogancia del siglo XXI

This column will change your life: confidenceÉrase una vez -porque así empiezan todos los cuentos- hace ya algún tiempo, valientes hombres y mujeres que predicaban en empresas, escuelas de negocio y foros profesionales al respecto de lo que se hizo llamar «La Guerra del Talento». Detectarlo, comprometerlo, atraerlo, medirlo, potenciarlo y finalmente usarlo adecuadamente se convertiría en una prioridad estratégica para muchas organizaciones en ese legítimo ánimo de encontrar el codiciado éxito. Cuentan los más viejos del lugar, el cómo a muchos de esos paladines del talento se los llevó por delante la incertidumbre y la complejidad de los mercados  y esa natural voracidad que le caracterizaba. Los más audaces, lejos de darse por vencidos, perduraron en su propósito y a pesar de la falta de esperanza generalizada, a pesar de las muchas adversidades, siguieron predicando sobre esa particular guerra: «La Guerra del Talento «... acertado aforismo si tenemos en cuenta que desde que la misma comenzó sólo nos ha traído más pobreza y diferencias de las que ya teníamos en todo el mundo. Finalmente, la sencillez, la humildad, la colaboración, la disposición a aprender, a re-aprender, la capacidad de compartir conocimiento y experiencia entre generaciones, la transparencia más allá de la verdad,  parecen ser -de nuevo- los caminos para que unos y otros, todos, olvidemos la dichosa guerra y podamos encontrar un modo de vida digno.

Defenderás con el mismo ahínco la blanca doble o la doble cinco.

Cualquier buen aficionado al juego del dominó conoce que el significado de esta frase hace referencia a la disposición del jugador a cambiar su estrategia de juego en vista del escenario que adquiera la partida en la medida que la misma se va desarrollando -incluso si fuera necesario-  a cambiar sus dogmas y creencias más profundas al respecto de la estrategia de juego con la finalidad de sobrevivir en la misma con alguna oportunidad de éxito. Esa capacidad de adaptación del buen jugador de dominó es sin duda un activo importante en cualquier tiempo, más en los momentos actuales en los que desde todos los foros se reclama cambio, flexibilidad, innovación y adaptación.

En esta búsqueda del talento perdido, como si de una receta milagrosa para adelgazar se tratase, muchos de esos apóstoles del talentismo aconsejaban y recomendaban al respecto de cómo conseguir parecernos lo antes posible a esas otras personas que parecía guardar su talento única y exclusivamente para el éxito, los 7 hábitos de…, las 5 cosas que…, 10 formas para …, -ya me entienden-, nos mostraban cómo tratar de adquirir sus hábitos, cómo incorporar sus creencias, cómo entrenar sus excelencias…bienintencionadas fórmulas para gente fácil en tiempos difíciles.  Todo ello me lleva a pensar que en las últimas décadas ha llegado a prevalecer una idea sobre todas las demás, una idea al respecto de que la clave del éxito en el amor, en los negocios, en la vida, estaba en una gran parte en tener una elevada autoestima, quererte a ti mismo y creer en ti por encima de todo y por encima de todos… esa es la fatal arrogancia a la que me refiero en este artículo.

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Ni que decir tiene que aquellos que nos educamos en una cultura más solidaria, menos arrogante, donde se te enseñaba a compartir antes que a adquirir, hemos estado fuera de lugar, era una cultura que animaba a la modestia y a la humildad, al esfuerzo personal que siempre alcanzaba recompensa.

Ahora, algunos estudios confirman el incremento de jóvenes que se describen a sí mismos por encima de la media en todo tipo de habilidades y confianzas. Lo más curioso del caso es que mientras ellos creen estar mejorando en dichas habilidades,  escritura, matemáticas, lectura, oratoria..etc., los datos que arrojan dichos informes confirman lo contrario.

Estas encuestas señalan también que determinadas actitudes o rasgos menos individualistas como puede ser la cooperación o  la solidaridad se encuentran en receso, al igual que aquellas otras actividades más vocacionales, espirituales o simplemente fraternales, como atender a nuestros enfermos o nuestros mayores. El crecimiento de una cultura de «celebrity» acompañada por la potencialidad de las redes sociales y la facilidad de acceso al crédito que se ha tenido hasta hace unos años ha contribuido en convertir a ojos de millones de personas, a un escaso número de personas como más exitosas de lo que realmente eran. Ha contribuido a construir un mundo donde no era tan importante «el ser» sino «el parecer», donde lo que se premiaba era el «qué» frente al «cómo».

Un estudio del año 2006 de la Universidad del Estado de Florida dirigido por J.Reynolds encontraba que la mayoría de sus estudiantes eran tremendamente ambiciosos pero también tremendamente ingenuos e irreales en sus expectativas de futuro, de alguna forma el mensaje de: «…si crees en ti, puedes conseguir lo que te propongas»  había creado una  especie de «ambición inflacionista» que ahora, tiempos como los que vivimos, colocaban en su justa medida.

Mi reflexión al respecto, sobre si es tan adecuado como pensábamos incentivar esa idea de que «somos mejores de lo que en realidad somos», ayuda en algo a superar dificultades,-no sé qué piensan ustedes-. La idea hasta ahora era que el desarrollo y mantenimiento de las civilizaciones dependía en gran medida de un extenso orden espontáneo de cooperación, en el cual, el individuo, aceptando unas determinadas normas abstractas de conducta y relación con los demás desarrollaba su talento y sus capacidades persiguiendo fines particulares. Y eso ha funcionado hasta ahora. Pero seguirá siendo válido en el  futuro.

El talento es sin duda uno de los ingredientes del cóctel del éxito en la vida en general y en el mercado laboral en particular, pero no el único y me temo que, en lo que al ámbito laboral se refiere, tampoco el más solícito en estos momentos, a pesar de los bienintencionados talentistas. El talento de unos no puede dejar fuera al de otros porque de ser esto así no sólo no habremos avanzado nada en la confección de un mundo mejor para todos sino que lo único que habremos conseguido es cambiar la semántica y el lenguaje de nuestras ancestrales diferencias y separaciones.

Como buenos jugadores de dominó los buenos empresarios se adaptan a las circunstancias de la partida, evolucionan con la misma y – no nos engañemos-, en este momento, el talento sólo es bien recibido si va acompañado de determinados costes de oportunidad, más tangibles, más medibles, menos abstractos. Muchos jóvenes en su primera aproximación al mundo laboral, empiezan a descubrir que el sueño no era tan sencillo de conseguir  y que el torrente de la vida no está sujeto a estereotipos y conformidades dominantes y eso crea una desafección y una falta de compromiso difícil de recuperar y si me apuran una circunstancia fácil entender aunque me resista a compartir.

Reinventarse es cosa seria

 Marta,  acaba de cumplir 50 años, llevaba más de 25 trabajando como secretaria de  alta dirección en un  importante  medio de comunicación , – lo mejor de la vida- como dice ella. La dinámica económica global y las nuevas tendencias animaron  a los directivos de la empresa a deshacerse de algunas líneas de negocio de las llamadas ahora tradicionales y adquirir una red social y distintos medios online. De repente, de un día para otro trasladaron a Marta a la nueva empresa. – Reinvertarte o incluirte en el ERE, – le comentó un joven desaliñado desde la oficina corporativa de gestión del capital humano, – Recursos Humanos- , me explica Marta, al ver mi cara de extrañeza.
Marta, es de esas personas que no se rinde fácilmente, se educó, como tantos otros de su generación, en el esfuerzo, el trabajo y el servicio como valores que la asegurarían un  porvenir mejor, – al menos eso creían sus padres-, la vida le enseñó a no darse por vencida, a responder ante los cambios, a no temer el futuro. Ese espíritu fue sin duda el que la animó a sentirse capaz de afrontar el reto y decidida contestó , – reinvención, reinvención , ejem… por supuesto – . ¿ Pueden imaginar la escena ?, -¡qué corte!-, dice Marta.

Hasta entonces, su trabajo le exigió  un alto grado de discreción, cordialidad y reflexión, cualidades que había tratado de cultivar con profesionalidad durante años y que ahora le ayudaban a no expresar públicamente  su parecer ante  todo aquello que sus colegas de «gestión del capital humano» le contaron al respecto de su nueva oportunidad laboral,  – cómo tratar de volver a poner el corcho en una botella de cava, ¡ no entra! -, la oí decir alguna vez.

El primer sofoco de Marta fue al conocer a quien sería su nuevo jefe, -se llama Liberto , pero prefiere que le llamemos  Berto -. Tiene 28 años y para Marta, acostumbrada a otro tipo de ejecutivo, reconocía que  lo primero que se le pasa por la cabeza cada vez que le veía era darle un Euro y preguntarle si había comido bien, – cosas de madre- , me explicó. El caso es que Berto, él solo, montó de la nada y vendió en unos cuantos millones de euros el «chiriguinto» que ahora dirige y que como Marta dice a menudo , – le da de comer a ella y a otras 150 personas. – ¡Un nuevo emprendedor de esos frikis! – , apunta el marido de Marta, con aire despreocupado, – ¡Un cerebrito, un talento escaso! – sentencia Marta.

Marta está descubriendo nuevas formas de organización en el trabajo, -es una deriva individualista donde prima el culto al éxito, todos compiten contra todos-, comenta sin ocultar un cierto disgusto. El caso es que las circunstancias le han descubierto que lo más valioso que tenía no era su brillante puesto, ni la estupenda relación con su jefe, ni siquiera el formidable sueldo que llevaba a casa, era ella misma… su  coraje, sus agallas, su fuerza de voluntad y su compromiso  para hacer lo que había decidido hacer aunque le costase tanto como aguantar a aquella «banda» como ella misma los llamaba. Marta estaba decidida a cambiar lo único que ella controlaba, su percepción sobre la realidad.

-Luego está el resto-, contaba ,- ¡qué cuadro!, tenías que verlos, con esos pelos y esas barbas todos desaliñados, más parecen salidos de hacer de extras en La Vida de Bryan que ser la nueva piedra angular de la sociedad, y qué me dices de ellas,  todas tan monas y coquetas en el vestir y tan estiradas en el trato, como que te hacen un favor cuando te hablan. – No me quejo, seguro que yo  a unos y a  otras les debo parecer una momia-.

Marta, hace tiempo que aprendió que sólo en las cosas que ponemos atención podemos poner emoción y energía, la emoción necesaria para disfrutar de aquello que realmente nos importa y la energía para despejar el camino de todo lo que lo incómoda. Esa es la actitud que nos determina a llevar las riendas de nuestra propia vida y no dejarlas en manos de nadie más.

Ello sin duda fue lo que la animó un día, de repente, a pedirme que le acompañara a Berskha para comprar todo lo que encontraba de la talla XXL y encerrarse después varios fines arreglando el montón de ropa con la Singer.  Un lunes apareció en la oficina  – dejando a todo el personal muerto- , según ella contaba, con la sonrisa de quien se sabe ganador en alguna batalla. – Les falta mucha perspectiva, camino que andar, no dicen que la especie más fuerte es la que mejor responde al cambio- , terminaba diciendo con una amplia sonrisa.

Parece que ya no le llaman de usted, Marta dice que ha encontrado el estado de ánimo adecuado para conectar con ellos, – lo del Iphone al cuello, les neutraliza-, asegura, – bueno eso y los tres Red Bull que  me tengo que tomar junto a la máquina de vending a lo largo del día. –

Su mente y su cuerpo están en sintonía, ambos quieren lo mismo, la felicidad de Marta, no ha jugado a ser otra persona, sigue siendo ella. Ha encontrado una forma sencilla de desbloquear todo aquello que le hubiera impedido conseguir ver con claridad, ha conseguido mantener el ánimo, ha conseguido centrarse en lo que quiere y no en lo que teme.

El caso es que Marta me contó que las últimas navidades los compañeros de trabajo la invitaron a un local de esos que llaman de culto, el Plastik o algo así.  Su madre, como siempre hizo, le aconsejó que una noche tan especial lo suyo era ponerse el visón ,- pobre mamá, su reino ya no es de este mundo- sonríe con afecto Marta. Acabaron en un piano-karaoke,- de esos que llevan abiertos mil años  y ahí me tienes a mí, micrófono en  mano destrozando el «Another Brick in The Wall» de Pink Floyd-, ¿ te lo puedes creer?- , y vuelve a  sonreír .

Marta ha tomado el control . ¡ Enhorabuena Marta, te felicito !

El largo plazo

office-conflict-web¡A la larga…todos muertos! -dijo irónicamente Keynes-. No, no es tarea sencilla vivir pensando en el largo plazo, incluso pensar en el medio plazo nos resulta  incómodo. Somos, sin ningún género de duda  cortoplacistas, pensamos y actuamos para resolver nuestras necesidades en el corto plazo y sólo una vez resueltas, somos capaces de pensar más allá de nuestro presente inmediato, está en nuestra naturaleza.

En muchos casos, las vivencias pasadas, su recuerdo, no ha provocado ningún aprendizaje, ni siquiera reflexión, sino sólo sentimientos y estados de ánimo dispares. Los mayores reniegan o alaban  su suerte y los jóvenes no saben ni quieren saber ya que eso no tiene mucho que ver con ellos.

Todo el que sufre un gran revés en la vida suele preguntarse después, qué ha hecho mal. Si se omite esta pregunta volverá a cometerse los mismos fallos, una y otra vez.

El futuro que nos vaticinan los más ilustrados nos regala escasez y pobreza. ¡Merecidas! -señalan en muchos medios de comunicación los profesionales de la reventa de ideas-, fruto, -según algunos de ellos-de una actuación consumista irresponsable y de la falta de interés por el trabajo y más por la holganza…  ¡menuda caradura!.

El caso es que la situación actual, a poco que no fijemos, nos revela  una serie de cambios trascendentales en el ámbito que a nosotros nos ocupa:

Un primer y gran cambio económico, en el que los sectores industriales tradicionales dan paso a nuevos sectores enfocados en, hacia y para el conocimiento. Sectores que claramente requieren de una mayor sofisticación a la hora de encontrar vías de comunicación con sus grupos de interés, una comunicación más cercana a la conversación que al discurso, una comunicación en igualdad de plano.

De igual modo, aparecen nuevos modelos de gestión de personas y consecuentemente nuevos modelos en la toma de decisiones, influenciados por las nuevas tecnologías digitales, las redes sociales y el cambio generacional,  se aconsejan nuevas fórmulas en la manera y forma de organizar las empresas. Se precisa una organización más horizontal, menos jerárquica y más activa en cuanto al flujo de información e ideas, las nuevas fuentes de poder en la economía del siglo XXI.

La diversidad es un elemento más a gestionar. Las organizaciones tienen que gestionar desde la diversidad en todos sus aspectos, se acabó la obsesión por una historia unitaria al respecto de producir y consumir.  Hay que considerar modelos alternativos que tomen en cuenta las necesidades del ser humano y la capacidad del planeta.

El cambio tecnológico facilitando el contacto inmediato en los negocios y la poderosa fuerza que despliega la información accesible a todos y, en todo momento, requiere de una revisión de los canales tradicionales de información corporativa para seguir siendo creíble ante los mercados.

Estos cambios y sus efectos aflorarán más allá de nuestra directa percepción, lo cuál no debe llevarnos a cometer el error de ignorarlos en nuestra forma  de gestionar las personas y organizar nuestra empresa. El funcionamiento de cualquier orden organizacional debe basarse siempre en consideraciones a largo plazo, son las pautas de comportamiento de una organización aprendidas en ese largo plazo, las que disciplinan los impulsos en la propia organización y ayudan a reflexionar las decisiones en base al respeto a la organización y sus pautas.

En este contexto, la comunicación corporativa como la hemos conocido hasta ahora empieza a ser una reliquia de otro tiempo, un dinosaurio a punto de extinguirse, ahora lo importante no es tanto que la noticia sea nueva, sino que sea verdadera. Se requiere comunicar con y no para los empleados y colaboradores. La comunicación requiere minimizar distancias e ideas de manera que se aproveche el empoderamiento de la organización. La comunicación directiva o la inclusión de elementos de marketing en la comunicación corporativa no tendrán el efecto deseado en los empleados, se necesitará crear una comunicación que genere mayor confianza y credibilidad, se necesitarán más «contadores de historias» en base a experiencias reales. Se acabaron esas organizaciones en las que sus directivos se llenan la boca hablando de confianza y de la importancia de fomentar el desarrollo personal y luego exigen a su empleados autorización previa para todo tipo de cuestiones. Es la hora de la consonancia entre lo que comunicamos y cómo actuamos y esa consonancia se mide en el largo plazo.

¿Comunican diferente mujeres y hombres?

Según el “Simposio” de Platón, existieron en el principio de los tiempos tres tipos de seres humanos, los hombres, las mujeres y los andróginos,  siendo estos últimos los más fuertes e inteligentes de todos llegaron a considerarse  en condiciones de enfrentarse con los dioses y vivir libres a la voluntad de éstos. Tal arrogancia fue castigada por Zeus que los dividió en dos y desde aquel preciso momento cada una de esas mitades ha ido buscando desesperadamente su otra mitad…

Diferentes estudios sobre la materia confirman que mientras los hombres tendemos a usar la conversación como medio de identificación de nuestro estatus frente a otras personas, las mujeres sin embargo, por lo general, lo usan para buscar y crear conexión, puntos de encuentro con sus interlocutores. ¿La razón?… es simple, el propósito de la conversación es distinto entre ambos géneros.

La comunicación interna de las organizaciones está sujeta siempre a un continuo balance por un lado es recomendable satisfacer algunas de las aspiraciones de numerosos colaboradores necesarios y por otro facilitar el desempeño de la propia empresa de forma que  se traduzca en  mejores  resultados en el mercado.

En definitiva, la comunicación en las empresas,  se desarrolla en un entorno de conflicto, entre intereses y necesidades .

Dar respuesta a este conflicto es parte de la función que  la comunicación tiene hoy día en las organizaciones modernas. ¿Será diferente la respuesta dependiendo de qué quién esté al frente de la organización sea del género masculino o femenino?.

El caso es que generalmente las mujeres parecen utilizar el lenguaje con la finalidad de crear vínculos, conexiones, puntos de encuentro, y para ello hacen uso de  aspectos más íntimos y personales que los hombres. Los hombres, sin embargo recurrimos más frecuentemente a la utilización  del lenguaje del poder,  de la posición social y de la independencia o la autosuficiencia. Esto explica que la mayoría de los  hombres utilicen la comunicación como elemento del orden jerárquico, mientras que las mujeres la utilizan en un ámbito más confortable, negociador y de apoyo.

Las mujeres generalmente critican la falta de escucha activa de los hombres, mientras que los hombres  se quejan frecuentemente de lo complicado que resulta el código de problemas de las mujeres. La mujer en general suele ver en el problema una forma de ganar apoyo en la organización y crear conectividad mientras que el hombre suele valorar el problema como una oportunidad para controlarlo y ofrecer una solución al mismo.

Los hombres suelen ser más directos en la comunicación que las mujeres, probablemente esto deriva de esa moderna superstición instalada en las organizaciones en pensar que eso es lo que se espera de quien tiene  un alto grado de competencia profesional y autoconfianza frente a los demás. Valga como ejemplo que hasta hace bien poco el  pedir disculpas en algunos ámbitos empresariales era visto como un signo de debilidad, podía ser entendido como síntoma de vulnerabilidad en la organización y ante eso se prefería construir una explicación absurda que a todas luces suele resultar insuficiente para una sociedad cada vez mejor informada y con mayor control sobre las actuaciones empresariales. Afortunadamente la incorporación de nuevas normas de conducta empresarial nos han demostrado que el pedir disculpas es, además de elegante, una forma de restaurar el equilibrio en la conversación.

En las organizaciones, debemos buscar la eficacia en el mensaje, huir de arreglos rápidos al estilo de las dietas compulsivas de las que sólo queda el desencanto y la decepción. Sirva por tanto esta reflexión, para que en nuestro entorno laboral, también cada mitad siga buscando su otra mitad al objeto de mejorar la comunicación y hacerla más completa.

La más íntima y esencial característica del ser humano está en su capacidad para comunicar de manera creativa. Hoy, se hace necesario que al menos esta habilidad no entre en discusiones que la entorpezcan.