Honestidad

influence-e1445614243175-750x422Cuán fabuloso podría ser ver la virtud reflejada en el semblante de las personas con las que trabajamos, si pudiera verse con los ojos nos enamoraría a todos maravillosamente de sí misma como sentenció Platón. Sin embargo, esto no deja de ser algo excepcional hoy en día, estamos acostumbrados a visualizar todo lo contrario y aceptamos sin apenas pensar que eso de «la virtud» es algo fuera de lugar en el mundo actual…¿o tal vez no?.

Pero en qué consiste la honestidad, ¿la investigación y el conocimiento de la verdad tal vez?, ¿la conservación de la sociedad humana quizás?¿dar a cada cuál lo que es suyo? ¿en la fidelidad en el cumplimiento de las obligaciones y los contratos? ¿en la grandeza de un ánimo excelso e invencible?¿o sencillamente en el orden y la medida de todo lo que uno hace y dice? … usted qué piensa. El caso es que cada vez se hace más difícil encontrar honestidad en una sociedad que, por lo general, apenas presta atención a todo lo que no viene acompañado de una campaña de marketing o un buen «chocho» televisivo o informativo que atraiga la atención del público dedicado a sobrevivir.

La prudencia y la sabiduría adquieren ahora sentido a la hora de apostar en una de esas webs que constantemente nos anuncian en televisión. La indagación y el descubrimiento de la verdad se ha convertido en una tarea exclusivamente reservada a esos periodistas «asaltacunas» y aprendices de políticos «asustaviejas» nombrados por sí mismos «paladines» de lo nuevo frente a lo viejo.

Ya no se reputa más sabio y prudente a aquel que explica con más agudeza y prontitud las razones de lo que hace, sino al que excitado a rabietas se atreve a dañar los valores del contrario, burlándose de lo más esencial de las personas, de su humanidad.

Mantener la unión y la sociedad entre los hombres tiene por objeto buscar y conservar el arreglo de todas nuestras opciones de convivencia, sea cuál sea la que ayude a esa finalidad.

 

Transparencia, franqueza y honradez … ¡Bienvenidas!

crcnvdmwaaebtsiLa tecnología nos conecta y a su vez nos expone más que nunca, la reputación nos precede en medios y redes. La falsedad y el engaño están a la orden del día. Cada mañana nos despertamos, conectamos La radio, la televisión o la página de internet preferida y recibimos multitud de mensajes que hablan sobre la falta de honestidad de personas que al frente de sus instituciones, que al frente de sus empresas, quiebran la confianza de quienes esperaban de ellos un comportamiento ejemplar.

Sin duda, hoy la transparencia, la franqueza y la honradez se convierten en elementos que marcan la diferencia, sin duda hoy la transparencia, la franqueza y la honradez a riesgo de ser aún tachadas de ingenuas por algunos, son todavía tremendamente refrescantes y bienvenidas. ¿Acaso pensaron que negocio y vida estaban regidos por reglas distintas? … yo creo que no.

El caso es que en la empresa que viene, tener el cargo más importante y mejor remunerado podrá servir para que tus colaboradores o tus empleados te obedezcan e incluso te aplaudan en el discurso de Navidad, sin embargo, coincidirán conmigo en que cada vez en mayor medida eso por sí sólo, ya no basta para liderar.

– Te pagan por resolver problemas no por liderar personas -, responde un curtido directivo en una entrevista que leí hace poco. ¡Cierto Sr. directivo! pero trabajar desde la idea de resolver o gestionar problemas y no hacerlo desde la de liderar personas, predispone nuestra actuación profesional a ciertas opciones de interpretación que afectan al clima y a la cultura de aquellas organizaciones que lideramos. En este sentido, las organizaciones dirigidas desde esa perspectiva se ven incapaces de crear reglas o procesos que satisfagan las más sencillas aspiraciones de sus empleados y alrededor de las cuales se suelen desarrollar la mayoría de los problemas internos:

  • Sentido de equidad en la retribución,
  • Orgullo de pertenencia
  • Cierto sentido de compañerismo traducido en unas buenas y productivas relaciones con los demás.

No considerar la satisfacción de estas aspiraciones -el liderazgo de personas- como parte indispensable en la tarea de gestión de quienes ocupan puestos de responsabilidad en cualquier organización provoca a medio y largo plazo daños en la cultura de las mismas, daños aparentemente difíciles de calcular objetivamente en nuestra cuenta de resultados, pero subjetivamente perceptibles por todos y cada uno de los miembros de la organización en concreto.

La falta de actuación profesional en esa búsqueda así como no disponer de los medios y recursos para conseguirlo, crea organizaciones en las que suelen triunfar cínicos y escépticos, animados no tanto por razones honorables o altruistas que serían las deseables, sino únicamente por su propio interés y no el interés compartido.

Un mecanismo de defensa de quienes se sienten agredidos, que con el tiempo se convierte en el virus de esas organizaciones que desestiman ocuparse en labores relacionadas con el bienestar general de las personas por aquellas otras más medibles, lineales y fáciles de resolver.

De acuerdo a una de las encuestas publicadas el pasado año en The Forum Corporation, al respecto de hasta que punto está conectado el grado de confianza de los empleados con sus managers y el compromiso de éstos con la misión de su organización, resulta alarmante comprobar como mientras el 89% de los managers entrevistados confiaba en contar con el compromiso de sus colaboradores, sólo un 43% de las empleados entrevistados, afirmaba haber perdido hace tiempo la confianza en aquellas personas que les dirigían y una de las razones de mayor peso era sencillamente a que aquellos, raramente o ninguna vez habían pedido disculpas por errores declarados o comportamientos inadecuados.

De acuerdo con esa misma encuesta, los ejemplos más flagrantes de una conducta indebida por los managers y que contribuyen a la ausencia de compromiso son, por orden:

  • Mentir
  • Apropiarse de las ideas de sus colaboradores
  • Contribuir al cotilleo
  • Una pobre comunicación
  • Ausencia de claridad

El caso es que, preocupados como parece que estamos todos, en la importancia que tiene que la confianza sea un valor en nuestras organizaciones, no parece sin embargo que este sea el camino adecuado para conseguirlo.

Hoy la información se vuelve poderosa y las personas exigen que la transparencia sea algo más que decir la verdad, se exige una «transparencia activa» y constante que de respuesta a la incertidumbre que todos vivimos. Cuando los managers no son transparentes en su actuación –lo que incluye aceptar la responsabilidad que se tiene con las personas que dirigen- pretender obtener compromiso y confianza en el lugar de trabajo es mucho más duro que simplemente dar órdenes o incentivar actuaciones mediante compensaciones salariales.

La confianza ha sufrido mucho en estos últimos años en el mundo laboral, «me podrán engañar con el dinero pero no con el trabajo» o » si me engañan una vez será su culpa, si me engañan dos veces será mi culpa» son frases  y comentarios que están al orden del día en muchos centros de trabajo, en la máquina de café, en el pasillo…etc.

Sabemos que la confianza ayuda a calmar los temores y la incertidumbre. Que la confianza genera confianza, tiene una base biológica. La confianza es a las relaciones de trabajo lo que la falta de sal es a un guiso o una sopa, cuando está ausente cualquier paladar es capaz de percibirlo. ¿Cómo andan de sal sus relaciones laborales?

La conducta humana es la fuente de la confianza y por lo tanto es y será en cualquier organización, la moneda de cambio en las distintas transacciones que las relaciones laborales exigen. Cómo podremos hablar de genera confianza en nuestro negocio, de confianza a nivel macro, si antes no hemos sido capaces de generar esa confianza a nivel micro, a nivel de nuestras relaciones laborales, personales e internas en la organización, en el día a día, en el cara a cara.

En la deriva individualista para conseguir el éxito de la que lamentablemente venimos, se aconsejaba perspicazmente que en ausencia de algo predecible se debía actuar con mayor precaución si cabe para obtener dicho éxito, hoy el éxito sostenible, el que te ayuda a no caer, exige que seamos capaces además de inspirar confianza a nuestro alrededor y en nuestra actuación diaria para así poder generar prosperidad en nuestras organizaciones.

¿Cómo conseguirlo? … no sin esfuerzo, como todo en la vida, pero mientras tanto les dejo 5 acciones que le ayudarán a inspirar confianza en su entorno de trabajo :

  • Escuche a sus colaboradores, jefes y empleados y trate de entender sus preocupaciones. ¡Construya organización, no sólo cuenta de resultados!
  • Dele acción a sus palabras, haga lo que dice y diga lo que hace. Profesionalice también sus relaciones laborales
  • Elija seguir los compromisos antes que seguir las reglas y para no arrepentirse procure conocer las reglas antes de adquirir sus compromisos
  • Anime a quien está a su alrededor a compartir y argumentar sus ideas. Utilice un plan de comunicación
  • No camine sólo, confíe en profesionales que ya recorrieron antes ese mismo camino, confíe en los profesionales con experiencia y en los que sin tenerla tienen actitud y compromiso.

NO AL DIRECTIVO MINION

Hace unos días leía un artículo en el Harvard Business Review en el que el autor norteamericano Todd Warner alertaba sobre los peligros de lo que él llamaba “directivos minions”. Es decir, esos profesionales que, como los encantadores seres amarillos de la película, “son monos y dependientes, pero no puedes confiar en ellos el futuro […]

a través de NO AL DIRECTIVO MINION —

Gestión de valores

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«Si quieres ir rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado»

A poco que nos fijemos en la mayoría de los mensajes publicitarios de las grandes compañías internacionales, es fácil destacar en todos ellos al menos un denominador común. Todos  tienen un «sentido de propósito» más allá del negocio, más allá del deseo de riqueza que se presume a las grandes corporaciones. Unos afirman ser «la chispa de la vida», otros «el poder de los sueños», los más atrevidos «redecoran nuestra vida» y así podríamos seguir en una lista casi interminable de mensajes que poco o nada tienen que ver con el qué hacen o venden estas organizaciones.

Es como si se compitiera por conectar mejor con los valores e ideales de las personas a las que van dirigidos sus productos, y sin duda es así, y es esto lo que a muchos de nosotros nos permite medir la actuación, el cómo, de estas organizaciones más allá de la simple generación de negocio tan al alcance de ser copiado , imitado e incluso mejorado en términos de rentabilidad.

La hiperconectividad y el desarrollo de la tecnología han proporcionado un papel relevante a todos esos hasta ahora «actos invisibles» relacionados con los valores y el propósito de las organizaciones, haciendo de ellos un factor relevante a la hora de competir y sobre todo y tal vez más importante a tener en cuenta, hacerlo de forma sostenible en el tiempo.

Cada vez en mayor medida, una gestión construida sobre valores sólidos reconocidos socialmente como son la honestidad, la integridad, la confianza, la franqueza, el trabajo en equipo o el orgullo de pertenencia a unas ideas y una forma de ver la vida, favorecen la construcción de unas mejores relaciones personales en las organizaciones, de un mayor «capital social» que sin duda ayudará a la tan ansiada búsqueda del compromiso laboral y la lealtad de nuestros colaboradores sin tener que realizar grandes inversiones en sofisticados programas formativos que por lo que se ve han servido de muy poco.

 

El poder de acordar

Conflict-capstone-image2Una de las más prestigiosas universidades del mundo, la Universidad de Harvard, señala recientemente que vivimos lo que denomina «Época de Asociación» la cuál exige a las personas y a las organizaciones que la construyen un mayor desarrollo de las capacidades y habilidades asociativas. La interdependencia entre unos y otros, ayudada por el tremendo avance tecnológico, se presenta como una vía alternativa a la visión clásica del poder en la sociedad y con ello convierte el hecho de negociar en una necesidad de vida y la actitud del acuerdo en una forma natural de proceder.

A nadie se le escapa que las personas en general, cada uno de nosotros en particular, hacemos lo que hacemos cada día al levantarnos guiados por nuestras propias razones y no por las de los demás. Hoy se hace más evidente si cabe la necesidad de aportar valor agregado a los demás si quieres lograr cualquier tipo de cooperación, mandar al otro información de calidad que le ayude a buscar soluciones más satisfactorias a las que por sí solo ya puede obtener, compartir de forma recíproca una dependencia… negociar al fin y al cabo es crear tensión.

Es imposible negarlo, la historia de la humanidad se ha conformado en igual medida por todo lo que se negoció y  por todo lo que no se pudo negociar. En definitiva eso nos dice que la negociación es una «paradoja de poder», puede construir y destruir, utilizada de manera constructiva nos ayudará a integrar y desarrollar oportunidades, pero utilizada con ánimo destructivo podrá quitar oportunidades y evitar crecimiento y desarrollo.

Que usted integre esa habilidad en su forma de proceder a diario no depende tanto de uno mismo como de su entorno, la negociación está presente por doquier y los ejemplos que a diario recibimos sobre cómo llevarla a cabo no son de lo más estimulantes, sin embargo que lo haga a través de una visión constructiva del conflicto, que le asegure mayor bienestar emocional y satisfacción al afrontar sus negociaciones depende única y exclusivamente de usted.

En el ámbito de las relaciones laborales, la paradoja de poder se presenta cuando empresa y trabajadores son dos amigos que no pueden verse y dos enemigos que no pueden vivir el uno sin el otro.  La tensión que se crea alrededor de una negociación en el ámbito laboral es potencialmente creadora ya que surge de una necesidad inicial de cooperación entre 2 partes que quieren cosas diferentes.

Veamos lo que digo de forma práctica en las siguientes consideraciones que, por licencia narrativa me atrevo a presentar en forma de reglas de negociación:

Regla Primera: «Negociando nunca gana el más intransigente o el más indulgente, gana el más inteligente»

Cultive y practique la inteligencia, de rienda suelta a la misma en cualquier negociación, no se corte… incluso los más cerriles caen rendidos ante su práctica. ¿Cómo hacerlo? … le doy 4 sencillas recomendaciones:

  1. Hay que empezar por contar con uno mismo antes de contar con los otros. Haga una previsión de los elementos a negociar, cómo le gustaría llegar a ellos y alcanzarlos, cómo sería el acuerdo más satisfactorio.
  2. Nunca muestre prisas en una negociación, de tiempo para pensar mucho, hablar poco y actuar en consecuencia.
  3. Si pienso en el acuerdo como un medio y no como un fin me quitare presión y me permitiré actuar en consecuencia a crear oportunidades y alternativas.
  4. Nunca cuente sus problemas ni hable de sus presiones, en su lugar, sus intervenciones deben estar presididas por las mejores preguntas que pueda hacer sobre lo que preocupa o le presiona.

Regla Segunda: «Amiguiños somos…pero la vaquiña por lo que vale» 

Contribuya a crear un ambiente de negociación cordial y capaz de generar la suficiente confianza para que las partes puedan mostrarse creativas en la resolución de problemas o el planteamiento de ideas, eso ayuda a abandonar, aunque sea momentáneamente las posiciones y a que aparezcan los intereses ocultos. La confianza genera apego, sólo mostrando confianza seremos capaces de generarla. Todo ello tiene una finalidad, lograr los resultados y frutos que estima pueden ser satisfactorios y estar dentro de su MAM ( máximo, aceptable, mínimo). El tono hace la música, dice el sabio refranero popular.

Regla Tercera: Un buen atraque empieza por una buena aproximación al muelle 

Piense cuidadosamente no sólo en los riesgos de afrontar sus intereses frente a los de la contraparte, piense también en los riesgos de no hacerlo y en sus consecuencias. Qué quiero obtener y qué quiero evitar, serán las cuestiones claves antes de iniciar cualquier negociación. Vivimos tiempos de tensión, no responda desde ya a ninguna agresión con otra agresión, oriente su actuación a descubrir y conciliar intereses, piense que la cooperación le permite continuar con su poder de decisión y que conocer las expectativas contrarias le permite al menos la posibilidad de gestionarlas. Comunicar desde la reflexión y no desde la emoción, le permitirá pensar lo que dice y decir lo que piensa.

Nada de lo anterior funciona si en su actuación no van de la mano la ética profesional y la verdad. De la misma manera que nadie aprende a bailar solamente leyendo un manual de baile, nadie aprende a desarrollar habilidades de negociación solamente leyendo libros y escuchando consejos. Hay que entrenar y salir a bailar y cuanto más sea consciente de su entrenamiento más fácil le resultará negociar y llegar a acuerdos satisfactorios.

Hay un pequeño poema de Antonio Machado en Campos de Castilla que dice así:

Discutiendo están dos mozos/si a la fiesta del lugar irán por carretera/o campo traviesa irán. 

Discutiendo y disputando empiezan a pelear/ Ya con las trancas de pino/furiosos golpes se dan/ya se tiran de las barbas/ ya se las quieren pelar.

Ha pasado un carretero/que va cantando un cantar/romero para ir a Roma/ lo importante es caminar/ a Roma por todas partes/ por todas partes se va.»

Déjese atrapar por el poder de acordar, utilice la negociación como herramienta constructiva de ese poder. ¡ Qué usted lo negocie mejor!

 

 

 

 

 

 

 

 

Strong Company Cultures

Dancing-guysWhy can it be so difficult to get any traction on building a better culture?. 

Managers are bombarded with advice from consultants and assorted management «gurus» on how to manage their employees, but when you want change your company culture model or to build the business culture you need, the advice is a gross generalization, ambiguous or superficial and finally you have an inconsistent idea about what to do for it,  isn’t it?

The idea is, actually we measure everything at works except what really counts, numbers are comforting and create a felling of control over what we do, but never underestimate the role that an organization’s culture plays in management success or failure. An organization’s culture represents a system of shared meaning, culture is everything that makes the difference but for which no one has the recipe. How can I do it?

The paradox of organizational culture could be the fact that, while it makes a big difference, it is comprised of small interpretations, habits and choices that have to make bosses and colleagues every day, and this is the reason why you as a manager, should assess potential employees in terms of how well you think they will fit into your organization’s culture beyond her skill competence.

The culture becomes self perpetuating in «dead organizations» which everyone assume that it is others who are creating that culture and they aren’t obligation to change it. The idea is that great cultures depend for change on small and braves initiatives from everyone.

The organization’s culture expresses the core values that are shared by a majority of the organization’s members, in just cultures, every single person counts. The employees quickly learn to adapt to the culture they see around them, and to model their own behavior on those which seem to be needed in order to fin into the organization. In line with their own values and what they see as necessary for the future success on the company.

But organizational cultures are nonlinear systems and to lead a change in it requires the willingness to look in the mirror and see what needs to be changed in oneself. The change can’t depend on just a few group superheroes or superstars. In fact it demanding a generous and humble mindset to achieve results. This needs openness mindset because when people are defensive or rigid, changes are very difficult. As a manager you should encourage it, to welcome it, to hear it an to be sufficiently open to act on it… nobody wins unless everyone wins.

Normally the managers use their formal training programs to socialize members, but   Do you really think this is the better way to align employees behavior with what your  business needs?… It’s in these routine that opportunities for innovation vanish. A culture change is based on a set of values, you must defining these and once defined they have to be lived in your organization. In my experience, when I talk to individuals about this theme, they tell me the same thing :  a constant, truly and safety feedback with you organization’s members has become the alibi for everything that is wrong. So being principled requires severity, courage and resilience and those leaders who possess these qualities will be most effective at leading culture change.

«The road to success is always under construction» Chinese Proverb

El comportamiento humano…la clave del éxito.

Cómo hacemos lo que hacemos..será la diferenciaViñeta filas

La pregunta que me hago es si es posible que nuestra visión actual de las relaciones en el trabajo límite la forma en qué pensamos, y por lo tanto el cómo las llevamos a cabo.

La pregunta que les hago es si es posible una forma de trabajar juntos más poderosa y más significativa si cambiamos nuestro sistema de creencias en los entornos organizativos.

El caso es que como si de un sistema operativo dominante se tratara, la mayoría de nuestras organizaciones, sus estructuras, sus procesos y sus prácticas se articulan sobre la base de una gestión de personas alimentada en la creencia de que la cooperación y el compromiso surgirán de la competencia, el ego, el juicio y la separación. Un sistema operativo dominante que, cada vez con mayor frecuencia evidencia síntomas claros de ineficacia en su propósito con las personas, generando la sensación de que, si bien ha servido para el mayor progreso de la humanidad en términos económicos y sociales en los últimos cien años, tal vez haya llegado a su límite, tal vez sea hora de reinventarlo.

El caso es que hoy el trabajo supone para una gran mayoría de personas, más tedio y miedo que pasión y propósito, o al menos eso afirman las encuestas que prestigiosas consultoras internacionales realizan con el fin de conocer esto. ¿Qué está pasando, por qué ese desánimo y ese desencuentro entre el propósito de la organización y las personas que en ella trabajan?

Como verán, no tengo respuestas, sólo preguntas, pero soy consciente del poder de las preguntas. Tal vez este sea un asunto donde lo importante no sea tanto lo que hay que decir sino lo que hay que preguntar, tal vez cuestionarnos lo que ocurre nos ayude a cambiar la mirada de nuestras organizaciones y con ello cambiar las cosas que miramos.

No hace falta ser un lince para darse cuenta de la velocidad vertiginosa que están tomando los cambios socio económicos en todas partes.Sin lugar a dudas, durante la última década, nuestra sociedad ha vivido una transformación sin precedentes. Concluir que de esa gran transformación han surgido nuevos retos para el conjunto de la humanidad no sería desacertado; concluir que de entre esos retos destaca la urgente necesidad de replantearse los tradicionales mecanismos de actuación en procesos económicos y sociales es a todas luces -cada vez que miras a tu alrededor- más evidente aún si cabe.

El caso es que hoy vivimos -digámoslo así- una nueva realidad, cuya principal característica más allá del indiscutible avance tecnológico producido, ha sido poner encima de la mesa viejos problemas no resueltos respecto a la actuación requerida por esos procesos económicos y sociales.

El punto clave de esa nueva realidad global, interdependiente e interconectada es que cada vez se hace más evidente que trabajar con un enfoque colaborativo, trabajar con otros, desarrollar proyectos o ideas conjuntamente, compartir visiones, expectativas y valores se convierte en algo esencial e indispensable si se pretende tener algún impacto relevante con nuestra actuación en la resolución de dichos problemas o sencillamente dejar alguna impronta en aquello que hacemos.

La era de Internet ha precipitado una nueva visión del mundo, que contempla más cerca que nunca anteriormente la posibilidad de una inteligencia colectiva y diversa. Frente a la tradicional jerarquía vertical, la jerarquía basada en el puesto de trabajo que ocupas, surge una nueva jerarquía basada en la realización, basada en el qué y cómo hacemos las cosas que hacemos, la influencia de la gente nace de la colaboración y la reputación. ¿Seremos capaces de aprovechar ese potencial?

La lógica habitual ha dado paso a una nueva lógica en la que muchas de las reglas que conocemos se vuelven insuficientes para gobernar la conducta humana.

Decir que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad también dentro de la actividad económica o productiva de nuestra sociedad y de nuestras empresas u organizaciones es, hoy en día, ir «contra natura» del estereotipo universal creado alrededor de nuestras relaciones sociales en general y laborales en particular.

En el ideario general sólo se entiende el ganar si es a costa de lo que otros pierden, un absurdo juego de suma cero que no conduce más que a la satisfacción de unos pocos a cambio de la insatisfacción de muchos y que trasladado al ámbito de las organizaciones sólo posibilita el éxito insostenible y perecedero que nos muestra la mayoría de las organizaciones que han actuado con ese lema.

Encontrar catalizadores que promuevan el cambio en estos aspectos no es tarea sencilla. Se trata de un acto de auténtica creatividad, un viaje imaginario hacia un futuro deseable para nosotros y para los que nos sucedan. Este concepto, llamado «visión» está cada vez más presente en el liderazgo empresarial, a pesar de ello, pocas veces encuentras visiones compartidas en una organización, el caso más frecuente es que una persona o un departamento formule en nombre de la organización la visión de aquella y luego la «imponga» al resto de la organización o al menos trate de hacerlo conquistando las visiones personales de cada cual con los más variopintos métodos y herramientas. Como resultado, un sinfín de personas que «acatan» la visión e incluso algunos- los mejor pagados-  que hasta la cuelgan o la pintan en la pared de su despacho si ello fuera necesario para mantener su statu quo, pero…¿ese es el tipo de compromiso que necesitamos para progresar?

Y es que parece lógico, para que una visión sea compartida, debe recoger y reflejar al menos parte de la visión personal de quienes se pretende que la compartan ¿no?. Es de sentido común, un sentido muchas veces olvidado o ignorado en muchas organizaciones gastando ingentes cantidades de dinero por mejorar las capacidades de comunicación de sus directivos para que sean ellos los que transmitan la visión de la organización al resto a través de pintadas en la pared o ejercicios al aire libre tipo picnic de fin de semana.

En mi experiencia, las visiones genuinamente compartidas requieren una comunicación permanente, no sólo cuando o de lo que, interesa a una parte. La comunicación es un viaje con dos direcciones, ida y vuelta. La comunicación es el resultado  y no la solución. Sólo quien esté dispuesto a generar un ambiente profesional en el que los individuos no sólo se sientan libres de expresar sus ideas, sino que también pueden participar de las ideas ajenas, puede proponerse compartir una misma visión.

Una visión compartida sustenta el compromiso del equipo,  el reconocimiento del compromiso ajeno fortalece el propio, así de sencillo. Esta no es una tarea inmediata, exige creer en el largo plazo, tener cierta mentalidad recolectora y no sólo actitud depredadora, ser paciente en la impaciencia del mercado y tratar que cada visión personal se encuentre alineada con la visión global del equipo o de la organización, lo que sin duda exige trabajo, rigor y talento por parte de quien se lo propone, tener en cuenta a sus colaboradores y compañeros, hacer lo posible por conocer sus necesidades y sus aspiraciones, aprender a manejar conversaciones difíciles o complicadas, rebajar tensión sin que la productividad se vea afectada, acomodar los mensajes al interlocutor, apostar por el conversar cara a cara, no despreciar la utilidad de los nuevos métodos de comunicación, desocupar tu ocupada mente para escuchar eficazmente, creer en la humanidad de las personas…etc, sólo así podrás garantizar que la visión de la organización está siendo compartida, lo demás son más especulaciones bien recibidas por la conveniencia del sistema social y económico actual.

La antropóloga Margaret Mead señalaba que nunca había que subestimar el poder de unos pocos comprometidos en cambiar el mundo, ya que de hecho era lo único que lo había logrado.

El caso es que cada vez en mayor medida creo que estamos obligados a alcanzar niveles de conciencia mayores que nos permitan encontrar nuevas formas de colaboración en nuestras organizaciones, formas de colaboración que ayuden a sanar nuestra relación con el mundo y reparar el daño que le hemos causado. Sin duda se necesita coraje para esta búsqueda, el coraje que sólo tienen las personas que se apuntan a la fila de «hacer», es una tarea de valientes…¿te apuntas?.

El desafío: construir «Capital Social»

Corbis

Corbis

La idea es simple, una pared no se levanta sólo con piedra o ladrillo, necesita igualmente del mortero, de la forja o la argamasa que “recibida” entre las hiladas de ladrillo para trabarlos, rellena sus juntas y da la consistencia requerida a la pared o la construcción. En nuestro contexto esta es la idea de lo que se denomina “Capital Social”. Favorecer el entramado de multitud de relaciones personales y humanas que favorezcan y consoliden las tareas que en ellas llevan a cabo multitud de personas con multitud de perspectivas que aportar. Ese “pegamento” servirá para amortiguar las diferentes fluctuaciones que la vida y desarrollo del propio negocio inevitablemente va a experimentar a la hora de competir.

A este propósito se refiere un exhaustivo estudio sobre la inteligencia colectiva llevado a cabo por Thomas Malone que junto con un grupo de investigadores del MIT persigue recopilar evidencias sobre las causas que determinan que algunos equipos de trabajo sean más eficaz a la hora de resolver problemas frente a otros. Curiosamente encontraron que no era la inteligencia individual de sus individuos, –medida en coeficiente intelectual-, la que otorgaba la diferencia más relevante. El tener en tu equipo de trabajo profesionales superstars y con ello el agregado de inteligencia a favor que ellos otorgaban, no parece que fuera el verdadero factor crítico de diferencia. El estudio muestra que aquellos grupos que encontraban mejores y más valiosas soluciones a los problemas y que por lo tanto se situaban en mejor posición competitiva frente a los demás, compartían 3 cualidades claramente destacables, a saber, la primera de ellas es que, en estos equipos, todos sus miembros disponían de manera natural, sin precisar de ningún tipo de regulación o moderación, de más o menos el mismo tiempo para hablar y exponer sus ideas. Todo los componentes del equipo podían contribuir y ninguna de las aportaciones era desaprovechada. Funcionaban como “recolectores de ideas” debido a que habían conseguido crear un espacio de mutua confianza soportado en aspectos relacionados con la calidad humana de sus componentes, un sentimiento subyacente de conexión que generaba confianza.

La segunda cualidad de estos grupos de trabajo era lo que los autores denominan “sensibilidad social”, los individuos que configuraban el equipo estaban en mayor sintonía los unos con los otros que los individuos de los otros equipos. Parece ser que estos individuos puntuaban más alto en las pruebas y test de empatía. Los grupos con mayor éxito a la hora de resolver los asuntos compartían una “especial alerta social” y preocupación sobre las necesidades y expectativas de cada uno de los componentes del equipo. No se trataba en absoluto de un ejercicio de camaradería o de una pandilla de “frikis” unidos por una exagerada obsesión a la innovación tecnológica; en absoluto…, se trataba sencillamente de personas que distinguían la necesidad para alcanzar mejor sus objetivos comunes de dedicar parte de su tiempo de trabajo a preocuparse por conocer a los demás componentes a través de una comunicación natural, humana y lo más alejada posible de atavismos.

Sam Kalda

Finalmente la tercera cualidad que distinguía a estos grupos era que frente a otros estaban configurados con un mayor número de mujeres entre sus integrantes, ya fuese por diversidad o simplemente por la reconocida capacidad femenina de su mayor conectividad social y grado de empatía, el caso es que este hecho se destacaba como cualidad común de los grupos con mayor éxito.

En definitiva, la idea de trabajar en las organizaciones para facilitar y generar un fondo sólido de “capital social” adquiere, hoy en día, mayor relevancia si cabe. Una forma de prevenir las inevitables consecuencias que, producto de la incertidumbre, ambigüedad y constante cambio, se producen en nuestras empresas y que ya lamentablemente conocemos.

En las organizaciones, hoy más que nunca, al igual que ocurre en ámbitos políticos y sociales, la conexión social entre sus miembros jugará un importante papel en la capacidad de dichas organizaciones para reponerse a situaciones adversas, en definitiva en su resiliencia como organización. La responsabilidad de facilitar la creación de altos niveles de “capital social” en nuestras organizaciones recae sin duda en sus directivos y en la forma cómo se dirige a las personas que las componen. Aquellas organizaciones que sean capaces de generar un sólido capital social facilitarán a sus miembros la confianza suficiente para que la generación de ideas, el conocimiento, la reciprocidad, la comunicación y es espíritu de solidaridad juegue a favor de los intereses del negocio.

Construir capital social no requiere de grandes inversiones económicas o enrevesados mapas de talento por parte de quienes tienen la responsabilidad de liderar personas en nuestras organizaciones, simplemente se necesita compromiso, voluntad y grandes dosis de imaginación. Construir capital social deja de ser una abstracción ideológica y se convierte en un valor para la organización mediante la suma y acumulación de muchas pequeñas y sencillas acciones… que el responsable del área técnica presente al menos una vez al año,  al comité ejecutivo de la empresa la marcha del área de marketing y viceversa, fomentar el uso de espacios comunes de trabajo, que la comunicación de prohibir tomar café o comer en el escritorio propio no sea debido al cuidado del material sino al cuidado de las personas, organizar tiempos para hablar de trabajo y trabajar  y tiempos para no hablar de trabajo y «no trabajar» en los que se puedan dispensar las jerarquías y las personas se encuentren con otras personas para compartir intereses y expectativas comunes…etc.

Para muestra valga un ejemplo…con sentido del humor :

Y tú ¿cómo estás de capital social en tu empresa?, cuéntanoslo en http://www.gestionacomunica.com

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En los negocios ¿cómo en la guerra?

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El temido tiene motivos para temer. Lucio Anneo Séneca

Pretender hoy que lo que uno hace o lo que uno sabe sea igual de relevante a como lo era hace algunos años, es sin duda un esfuerzo cada vez peor pagado. Todo parece indicar que el uso de las redes sociales no sólo sirve para evaluar lo que otros hacen,  sino también el cómo hacen lo que hacen… cuántos importantes ejecutivos de empresas multinacionales se han visto obligados a dejar de serlo debido a su «inadecuado» comportamiento profesional, cuántos profesionales de la política  se han revelado «indignos de contar con nuestra confianza» al descubrirse que no hacían de su actuación lo que para otros predicaban en su oración. En todo ello no se está valorando tanto al hacer o al saber, se presume, «va de suyo», se valora fundamentalmente actuaciones que tienen mucho que ver con el ámbito del comportamiento humano.

En la mayoría de las organizaciones con las que he trabajado siempre ha existido una aspiración general en  directivos y  empleados, una especie de misión común que en ocasiones cuesta verbalizar y hacer pública. La misión de trabajar por crear una comunidad de responsabilidades compartidas, de beneficios y valores comunes,  como un elemento de compromiso común y sin embargo en pocas de estas organizaciones se consigue alcanzar a satisfacción de sus integrantes este objetivo. ¿ Tan difícil es hacer bien lo que sabemos que está bien?

La sabiduría fue dejando paso al conocimiento, a su vez el conocimiento cedió ante la era de la información y ahora la información se nos revela como una de la mayores aliadas del comportamiento humano, convirtiendo al mismo en punto motivador e impulsor para diferenciarse. No es difícil coincidir en que el comportamiento privado y el público se han vuelto casi indistinguibles ¿alguna consecuencia traerá en el mundo de los negocios?. El caso es que, a mi juicio, hoy no sólo se puede crear valor a través de productos, servicios, habilidades, modelos de negocio o políticas empresariales, también podemos crear valor y  a través del comportamiento ya sea individual u organizacional. Cualidades humanas, hasta ahora consideradas «blandas»,- confianza, respeto, transparencia, propósito, reputación, etc.- de pronto, gracias a esta tremenda conexión entre todos y cada uno de nosotros, se convierte en posible moneda de cambio e impulsores de eficiencia, productividad y rentabilidad, algo así parecido a la reputación que antaño precedía a cerrar un trato o un negocio sólo con la palabra de quien lo cerraba.

La mayoría de las competencias que actualmente medimos en nuestras organizaciones al objeto de mejorarla y por ende mejorar el desempeño profesional, son o están estrechamente relacionadas con cualidades humanas,-el liderazgo, la orientación al cliente, la toma de decisiones, la creatividad, el trabajo en equipo, etc., su verdadero desarrollo podrá en todo caso ser inspirado, nunca exigido. La tradicional receta del «palo y zanahoria», se queda corta en este siglo, y en tiempos difíciles no hay suficientes zanahorias que repartir y no digamos de las limitaciones y consecuencias terribles que puede tener la coerción y el ejercicio de un dirección autoritaria.

Es imparable, en las organizaciones que llegan cada vez en mayor medida argumentos separados entre el discurso y el comportamiento dejarán de tener cabida y su efecto será pernicioso para cualquier empresa que no sepa interpretar este nuevo paradigma en su actuación. Esa extendida idea de que «mientras no se quebrante la ley» todo vale, empieza a vislumbrarse insuficiente para dirigir organizaciones y personas moralmente dependientes en su actuación unas de otras  a través de la tecnología que les une. Se acabó eso de separar la vida profesional de la vida personal, el comportamiento de cada uno afectará a la vida de todos los demás en mayor o menor medida y ello obligará a quien esté al frente de esas organizaciones a buscar maneras distintas de generar conducta y comportamiento si quiere obtener el compromiso de sus empleados y colaboradores.Las formas tradicionales de poder pierden influencia. Ahora la clave esta en que esas cualidades denominadas «blandas» pasen de la defensiva a la ofensiva y quien nos dirige establezca compromisos de actuación y no tanto de oración.

Sin duda hay que repensar la gobernanza y la forma de organización tradicional de las empresas. Las «buenas prácticas» no son sólo un literal fácilmente reconocible y vendible en campañas internas y externas de marketing, son «buenas» o «mejores» y no hay que olvidarlo a la hora de implementarlas. Devolver lo humano al centro del negocio, requiere sobre todo construir culturas organizativas donde se valore al ser humano en sí  mismo y su comportamiento. Exige reducir la excesiva dependencia de la gestión tradicional del dar y recibir,  del motivar y castigar  y buscar calidad y profundidad en las relaciones laborales de forma que se conviertan en lo que verdaderamente son, relaciones entre personas, capaces de generar valor y conectar empresas con clientes, proveedores, empleados, socios y sociedad en general sin perder ni un sólo gramo de responsabilidad y rigor en lo que debemos hacer para crear riqueza.

Inspirar a otros requiere partir de un interés común, hay que encontrarlo y evidenciarlo, no basta con presumir que el interés de todos en la organización es el éxito de la empresa. La manera en la que comuniquemos ese interés común, cómo nos conectamos con quien nos rodea, afectará directamente al resultado que obtengamos.

Definitivamente en las organizaciones que llegan, hacer algo y tener éxito será muy distinto a hacer algo y lograr el éxito.

El «returnship» ¿es posible?

andalucesaBelgica«No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo».

Albert Einstein

Lo reconozco, a juicio de una inmensa mayoría parece “ir de suyo” con los tiempos que corren y ya nadie se espanta ante la idea de que llegada determinada edad, más allá de los 45 años, no tener trabajo por cuenta ajena, forma condición sine qua non para el correcto funcionamiento del sistema. Sin darnos cuenta hemos dado origen a los «madninis”, maduros sin oficio ni beneficio, que a diferencia de los otrora conocidos ninis, ni trabajan ni estudian, aquellos tienen que correr con los gastos de la fiesta.

El caso es que implantado en el ideario social, ya sea a golpe de estimulantes conferencias sobre la vida y sus vicisitudes o en formato electrónico para lectores de lo breve, parece que una gran mayoría tenemos que aceptar que visto lo visto no nos queda otra que comulgar con eso del cambio de paradigma y dejarnos sustituir -laboralmente hablando- en nombre del progreso y la modernidad.

¡Ay de aquellos tiempos! no tan lejanos en que cualquier buen consejo laboral dado por cualquiera que te quisiera bien se resumía en ¡prepárate, esfuérzate y la recompensa llegará, encuentra un trabajo que te proporcione una vida estable!… cuánto funcionario aburrido y sin sentido del humor visto desde la perspectiva actual generó aquel consejo… fíjense que se decía “encontrar” en vez de “buscar” seguros como estábamos del resultado.

Hoy en día aconsejar aquello no sirve para nada, es más en algunos foros sería tomado como una estupidez  y sin duda fruto de la deriva individual que vivimos es a mi juicio menos comprometido decir cosas como eso de ¡búscate la vida! ¡hazte emprendedor! ¡ reinvéntate! o eso tan cursi de ¡sé feliz!… consejos bienintencionados que no solucionan el problema sino que lo trasladan de lugar. Una vez más la sociedad en su conjunto demuestra esa sorprendente capacidad que tiene para desencadenarse del pasado y establecer en nombre del interés propio una restricción frente a lo que ocurre a su alrededor.

Ahora bien, ¿cómo hacer para dar solución a todos aquellos que o bien no saben buscarse la vida, o por diferentes razones no pueden emprender o tal vez no quieren reinvertarse o sencillamente ya eran bastante felices antes de perder su trabajo?.

Si leyó hasta aquí, tal vez le interese saber que Carol Fishman Cohen, cofundadora de iRelaunch, compañía focalizada en los problemas a los que se enfrentan las personas que retornan al mundo laboral tras un espacio o vacío temporal, sostiene en un interesante artículo en HBR Noviembre 2012 titulado «The 40-Year-Old Intern», que la experiencia en concepto de prácticas en mitad de una carrera profesional puede ser la mejor estrategia para relanzar ésta después de un largo período de vacío o laguna laboral. La idea es tender un puente y cerrar una de las brechas de escasez de talento que, incluso en período de crisis, siguen predicando muchas organizaciones.

La delgada línea que separa los criterios para una correcta delimitación ajustada a Derecho en nuestro actual marco laboral, entre una figura similar a la propuesta por la profesora Fishman y lo que aquí conocemos por beca frente el trabajo por cuenta ajena, son sin duda un gran inconveniente para cualquier empresario a la hora de poder pensar en aplicar en nuestro país soluciones de este corte. Una vez más, en el ámbito laboral, la innovación se topa con la inflexión jurídica y lamentablemente las personas nos ponemos al servicio de las leyes y no las leyes al servicio de las personas y sus intereses.

Aunque la doctrina jurisprudencial a este respecto es escasa y los criterios prácticos de aplicación en las empresas dispares, la principal diferencia entre ambas figuras se centra en determinar si las tareas que se le encomiendan al “becario” integran o no los contenidos de una categoría profesional y si, en consecuencia, la empresa se apropia de los resultados y obtiene un provecho propio, o por el contrario, la finalidad perseguida con la beca es la ayuda a la formación.

De ahí que la clave, a mi juicio, para poder incorporar esta práctica a nuestra realidad laboral, pasé por cambiar la finalidad perseguida y orientarla no tanto a la formación de la persona sino a la integración de la misma en el mundo laboral ya sea por ser una primera experiencia laboral o por la reintegración tras un período o vacío laboral, determinados ambos supuestos en tiempo y forma adecuada para evitar posibles fraudes y picarescas.